Cómo la obsolescencia programada puede afectar a los consumidores: una problemática cada vez más presente

Cómo la obsolescencia programada puede afectar a los consumidores: una problemática cada vez más presente
Un caso típico de obsolescencia programada lo podemos observar en los celulares.

En un mundo en el que los productos se vuelven obsoletos a una velocidad vertiginosa, la obsolescencia programada se ha convertido en una práctica comercial cada vez más presente. Esta práctica, en la que los fabricantes limitan deliberadamente la vida útil de un producto para incitar a los consumidores a comprar uno nuevo, puede tener un impacto significativo.

Efectos negativos de la obsolescencia programada en los consumidores

Uno de los principales efectos de la obsolescencia programada es que genera un gasto innecesario a los consumidores. Cuando un producto deja de funcionar antes de lo esperado debido a la obsolescencia programada, los consumidores se ven obligados a comprar uno nuevo. Esto puede generar un gasto innecesario y aumentar el costo de vida de los consumidores.

Además, la obsolescencia programada también puede generar un gasto innecesario de materias primas y recursos naturales. Cuando los productos se vuelven obsoletos antes de tiempo, se deben producir nuevos productos para reemplazarlos. Esto puede generar un aumento en el consumo de materias primas y recursos naturales, lo que puede tener un impacto negativo en el medio ambiente.

Otro efecto negativo de la obsolescencia programada es el exceso de residuos y basura. Cuando los productos se vuelven obsoletos antes de tiempo, se generan más residuos y basura. Esto puede tener un impacto negativo en el medio ambiente y en la salud pública.

Ejemplos concretos de cómo la obsolescencia programada afecta a los consumidores

Un ejemplo concreto de cómo la obsolescencia programada puede afectar a los consumidores es el caso de los teléfonos inteligentes. Los fabricantes de teléfonos inteligentes lanzan al mercado más de uno al año y, con sus actualizaciones, hacen que los modelos “viejitos” vayan perdiendo funcionalidad. Esto puede obligar a los consumidores a comprar un nuevo teléfono antes de lo esperado, generando un gasto innecesario.

Otro ejemplo es el caso de las bombillas o focos de luz. Se dice que a mediados de los años 20 nació el cártel Phoebus, el cual estaba integrado por los principales fabricantes de bombillas o focos de luz. El objetivo: fijar los estándares de producción, venta del producto y su vida útil. Esto puede generar un gasto innecesario para los consumidores, ya que deben reemplazar las bombillas con mayor frecuencia.

Cómo la obsolescencia programada afecta a la economía

Además de los efectos negativos que la obsolescencia programada puede tener en los consumidores, también puede tener un impacto en la economía en general. La obsolescencia programada puede generar un aumento en el consumo de materias primas, recursos naturales y energía, lo que puede aumentar los precios de estos recursos y tener un impacto en la economía a nivel global.

La obsolescencia programada también puede afectar la confianza de los consumidores en las marcas y los productos. Si los consumidores sienten que están siendo engañados por las empresas que limitan la vida útil de sus productos, pueden perder la confianza en esas marcas y dejar de comprar sus productos. Esto puede tener un impacto negativo en la reputación de la empresa y en sus ventas a largo plazo.

¿Cómo el consumidor puede combatir la obsolescencia programada?

Para combatir la obsolescencia programada, es importante que los consumidores estén informados y sean conscientes de los productos que compran. Los consumidores pueden optar por productos que estén diseñados para durar más tiempo o que sean reparables en lugar de reemplazarlos. También pueden elegir comprar productos de empresas que sean conocidas por sus prácticas de producción sostenible y responsabilidad social.

Además, los gobiernos pueden implementar leyes y regulaciones que prohíban o limiten la obsolescencia programada. En algunos países, ya se han implementado leyes que requieren que los productos tengan una cierta vida útil o que sean diseñados para ser reparables. También existen iniciativas para promover la economía circular, en la que los productos se diseñan para ser reutilizados y reciclados en lugar de desecharlos.