ENTERATE: ¿Qué está pasando con el consumo de refrescos en México?

ENTERATE: ¿Qué está pasando con el consumo de refrescos en México?
Photo by Jonny Caspari / Unsplash

México es un país con una rica historia, una economía fuerte y más de 120 millones de personas.

También según datos obtenidos por la Universidad de Yale, México ha resultado ser el primer consumidor de refrescos en el mundo, al determinar que en promedio una persona consume aproximadamente más de 163 litros de estos productos al año.

No es un secreto que las bebidas azucaradas son malas para la salud, ya que están relacionadas con la obesidad y la diabetes, entre otras cosas. Pero lo que mucha gente no sabe es el daño que pueden hacer a su cuerpo.

La obesidad conduce a la diabetes de tipo II y a la hipertensión; la obesidad también aumenta el riesgo de padecer cáncer y enfermedades cardíacas. Y probablemente sepa que un exceso de sodio puede provocar hipertensión, pero ¿sabía que también aumenta las posibilidades de desarrollar cálculos renales?

¿Cuál es exactamente el problema de tomar refrescos?

Los refrescos se han relacionado con un mayor riesgo de desarrollar diabetes de tipo 2, hipertensión arterial y enfermedades cardíacas. También se ha demostrado que afecta negativamente a los riñones y al hígado.

Adicionalmente, los expertos han coincidido en que las personas que consumen grandes cantidades de refrescos son más propensas a experimentar un aumento de peso, debido al alto contenido calórico de estas bebidas.

¿Por qué se consume tanto refresco en México?

Para empezar, es omnipresente. Su coste es lo suficientemente bajo como para que incluso las familias pobres puedan permitírselo (de hecho, muchas personas utilizan los refrescos como su principal fuente de hidratación).

Y, quizá lo más importante, hay un aspecto cultural: muchas marcas de refresco han hecho tan buena labor de marketing, que han logrado posicionarse en los gustos y preferencias de los mexicanos, es decir, la publicidad ha logrado influir en las decisiones de compra de los mexicanos.

¿Cuál es el estado actual de la situación?

Según el Instituto Nacional de Salud Pública, el 19% de los fallecimientos de personas adultas por diabetes cánceres o eventos cerebrovasculares en el país, fueron asociados al alto consumo de bebidas carbonatadas.

Este tipo de consumo implica altos costos para el erario público por el tratamiento de las enfermedades asociadas, que se traducen en una menor productividad laboral, importantes gastos para la población y pérdida de calidad de vida.

Aunque desde el año 2014 existe un impuesto al consumo de los refrescos, su coste es muy bajo ya que apenas es de 1 peso por litro, que si bien es cierto en principio  el impuesto logró reducir hasta un 6% el consumo de estas bebidas, actualmente pareciera que al bolsillo del consumidor no le pesa tanto.

Por ese motivo y para combatir la problemática, algunos legisladores insisten ante el Senado de la República aprobar un aumento especial a las bebidas azucaradas, aumentando de 1.2 a cinco pesos por litro, lo que equivale a un aumento de 400%, costo que sería asumido por el consumidor.

Sin embargo, muchos expertos creen que la imposición de un impuesto a estos productos puede no ser la mejor manera de abordar este problema. La razón principal es que sólo afectaría a las personas que compran refrescos y no cambia su comportamiento al comprarlos.

¿Qué se puede hacer para reducir el consumo de refrescos?

En México, el gobierno ha implementado un sistema de etiquetado frontal en los productos, que informa al consumidor si estos tienen exceso de grasas, calorías, sodio o azúcar. Este es un ejemplo de cómo los gobiernos pueden promover la elección de alimentos más saludables proporcionando información a los consumidores.

Otra idea sería establecer beneficios alimentarios a nivel de gobierno federal, estatal o local que no puedan ser canjeados para comprar bebidas azucaradas. Estos beneficios podrían utilizarse para obtener alimentos más saludables, como frutas y verduras.

La promoción de campañas comunitarias centradas en la educación sobre las opciones de bebidas saludables también contribuiría en gran medida a cambiar el poder de decisión de los consumidores y a redirigirlos hacia productos más saludables.