La realidad sobre el Síndrome de Fatiga Crónica en Estados Unidos: 3.3 millones de adultos afectados

En un impactante anuncio, funcionarios de salud han revelado la primera estimación nacionalmente representativa de adultos en Estados Unidos que sufren de síndrome de fatiga crónica: 3.3 millones.

Esta cifra, proporcionada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), supera las estimaciones previas, sugiriendo que la magnitud de esta condición va más allá de lo que se creía. La Dra. Elizabeth Unger, coautora del informe, enfatiza que el síndrome "no es una enfermedad rara".

El enigma de la Fatiga Crónica

El síndrome se caracteriza por, al menos, seis meses de agotamiento severo que no mejora con el reposo. Los pacientes también informan de dolor, confusión mental y otros síntomas que empeoran después de hacer ejercicio, trabajar u otras actividades. Sin una cura a la vista y sin pruebas de sangre o escáneres para un diagnóstico rápido, los médicos se enfrentan a un enigma médico. Aunque la causa exacta sigue sin conocerse, la investigación sugiere que es una reacción prolongada del cuerpo a una infección u otro golpe al sistema inmunológico.

Un estigma que persiste

Hace casi 40 años, la condición adquirió notoriedad cuando se informaron casos en Incline Village, Nevada, y Lyndonville, Nueva York. Algunos médicos la desestimaron como psicosomática y la apodaron "gripe yuppie". Sorprendentemente, aún existen médicos y profesionales de la salud, que al no dar con un diagnóstico acertado, prefieren tildar a sus pacientes como hipocondríacos.

Sin embargo, el nuevo informe de los CDC se basa en una encuesta a 57,000 adultos estadounidenses en 2021 y 2022. Y sorprendentemente, el síndrome resultó más común en mujeres que en hombres y en personas blancas en comparación con otros grupos raciales y étnicos. Estos hallazgos desafían percepciones arraigadas sobre el síndrome como una enfermedad de mujeres blancas adineradas.

Desmitificando percepciones erróneas

Contrario a estudios anteriores, la brecha entre mujeres y hombres es menos pronunciada, y la diferencia entre blancos y negros es casi inexistente. Curiosamente, más personas de bajos ingresos informaron tener la condición que aquellas más adineradas. Estas percepciones erróneas pueden derivar del hecho de que los pacientes diagnosticados y tratados tradicionalmente tienen más acceso a la atención médica y son más creídos cuando describen su fatiga persistente.

Desafíos en el diagnóstico

El informe se basa en la memoria de los pacientes, sin verificar los diagnósticos a través de registros médicos. Aunque esto podría resultar en cierto conteo excesivo, los expertos creen que solo una fracción de las personas con síndrome de fatiga crónica son diagnosticadas. El Dr. Daniel Clauw, director del Centro de Investigación de Dolor Crónico y Fatiga de la Universidad de Michigan, destaca que en los Estados Unidos, no es un diagnóstico clínicamente popular debido a la falta de medicamentos aprobados y pautas de tratamiento.

El impacto de la pandemia

El recuento también puede incluir pacientes con "long COVID", aquellos que experimentan agotamiento prolongado. Aunque se piensa que es la misma enfermedad, el "long COVID" se acepta más ampliamente y se diagnostica mucho más rápido.

Afortunadamente, este informe de los CDC arroja luz sobre la verdadera extensión del síndrome de fatiga crónica en Estados Unidos, desafiando percepciones previas y destacando la necesidad urgente de una mayor conciencia y investigación. La fatiga crónica no discrimina en base a género, raza o estatus económico, y comprender su impacto total es esencial para avanzar hacia diagnósticos más rápidos y tratamientos efectivos.