Sigue la controversia en México: ¿Prohibir o regular los vapeadores?

En México los vapeadores o cigarrillos electrónicos se encuentran en el centro de una contienda persistente. Su ascenso meteórico en popularidad ha estado marcado por una narrativa que sostiene que son menos perjudiciales que los tradicionales cigarrillos. Sin embargo, con el paso del tiempo, nuevas alertas sobre los riesgos para la salud asociados con estos dispositivos han emergido, desencadenando un debate candente en la opinión pública mexicana.

Entre decretos y fallos de la Corte

La controversia ha alcanzado su punto álgido gracias al presidente Andrés Manuel López Obrador, quien en mayo de 2022 emitió un decreto para prohibir la venta de vapeadores en México. No obstante, este dictamen se estrelló contra la pared de la Suprema Corte de Justicia, que lo declaró inconstitucional en diciembre del mismo año. ¿Resultado? Los vapeadores siguen circulando legalmente en México, desafiando las expectativas.

En su primer intento, en mayo de 2022, se argumentó sobre los daños pulmonares y el impacto publicitario de las tabacaleras. Hugo López Gatell, entonces subsecretario de Salud, destacó la exposición temprana de niños a productos de tabaco y la estrategia engañosa de las empresas para atraer su atención. El gobierno, sin embargo, ha retomado la lucha. López Obrador, decidido a marcar territorio legislativo, planea enviar una iniciativa de ley para prohibir los vapeadores antes de que concluya el año.

Hay que ser realistas: ¿Es posible prohibirlos?

El ministro Javier Laynez ha sido señalado como el responsable de obstaculizar el decreto presidencial, pero la realidad, según el médico oncólogo Juan Wolfgang Zinser Sierra, es que una prohibición total sería inviable. En su análisis, destaca la necesidad de ser realistas en la modificación de la conducta social. El vapeador, aunque no revoluciona la forma segura de utilizar nicotina, plantea desafíos distintos a los cigarrillos tradicionales.

Wolfgang resalta el problema esencial: la adicción a la nicotina. La aceptación social de los vapeadores se atribuye, en gran medida, a la ausencia del olor distintivo del tabaco. Sin embargo, no podemos perder de vista que son una variante desarrollada por la industria tabacalera. El control del tabaquismo debe ser constante, sin cambios impulsivos basados en la presión y el cabildeo de la industria.

¿Cuál sería la solución menos dolorosa?

En la visión del doctor Zinser Sierra, la regulación sigue siendo la clave. Los vapeadores, al igual que los cigarrillos tradicionales, deben estar sujetos a medidas que restrinjan su uso, especialmente en lugares públicos cerrados. Las concentraciones de nicotina en estos dispositivos electrónicos superan a las de los cigarrillos convencionales, exponiendo a los fumadores pasivos al riesgo de adicción.

Eliminar los vapeadores puede no ser realista, pero regularlos es una tarea factible y necesaria. Estos dispositivos son, en esencia, una manifestación moderna del cigarro, y como tal, deben estar sujetos a regulaciones estrictas para salvaguardar la salud pública. La discusión persistirá, pero queda claro que la postura oficial apunta a la eliminación, aunque no sea la solución más práctica.