Fraude bancario: el delito más frecuente en México incluso por encima del robo

En la actualidad, el panorama de la delincuencia en México ha experimentado un cambio significativo que ha llamado la atención de expertos y ciudadanos por igual. El fraude bancario y al consumidor ha desplazado al robo en la calle o en el transporte público como el delito más frecuente en el país.

Este fenómeno, de acuerdo con especialistas, no solo refleja una transformación en la actividad delictiva, sino también la emergencia de una nueva generación de criminales.

La transformación de los delincuentes

Los delincuentes de antaño solían encajar en el estereotipo de individuos de bajo nivel socioeconómico que recurrían a la violencia para cometer atracos callejeros. Hoy en día, estamos viendo un cambio drástico en este patrón. Los criminales que lideran el fraude no encajan en ese molde; son universitarios con conocimientos avanzados en sistemas computacionales que operan desde el anonimato.

Según los datos más recientes de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE), la incidencia delictiva en el país ha disminuido de manera constante desde 2017, pero en el caso del fraude, la historia es diferente.

Mientras que la incidencia general de delitos se redujo en un 27 por ciento entre 2017 y 2022, la incidencia de fraudes aumentó en un 8 por ciento. Esto significa que los fraudes han pasado de 5,341 casos por cada 100,000 habitantes en 2017 a 5,770 casos por cada 100,000 personas el año pasado.

¿Qué tipos de delitos se encuentran por debajo del fraude bancario?

Por debajo del fraude, se encuentran otros tipos de delitos, aunque en menor cantidad. El robo en la calle o en el transporte público registró una tasa de 5,689 casos por cada 100,000 habitantes el año pasado. Le siguen la extorsión con 5,056 casos, las amenazas verbales con 2,949, el robo de autopartes con 2,400, el robo a casa habitación con 1,704, las lesiones con 1,089, y el robo de vehículos con 478 por cada 100,000 personas.

La ENVIPE incluye en su definición de fraude tanto el fraude bancario (uso indebido de chequeras, tarjetas o cuentas bancarias para realizar cargos no reconocidos o extraer dinero) como el fraude al consumidor (entrega de dinero por un producto o servicio que no cumple con lo acordado).

La nueva generación de delincuentes

Finalmente, se destaca la presencia de una nueva generación de delincuentes con formación universitaria y habilidades tecnológicas para cometer fraudes. Estos criminales ya no se ajustan al estereotipo tradicional y pueden llevar a cabo delitos sin necesidad de recurrir a la violencia. Su formación incluye conocimientos en sistemas computacionales, manejo de software, generación de paquetería y técnicas de hacking.

Este cambio en el perfil de los delincuentes ha dado lugar a delitos que no implican violencia física, como la usurpación de identidad. Es, en definitiva, una evolución en el tipo de delincuencia que estamos presenciando en México.

Del cuarto al primer Lugar

El fraude ocupaba el cuarto lugar en cuanto a delitos más comunes en el país hasta antes de 2014, estando solo por debajo del robo de autopartes, la extorsión y los asaltos en la calle o en el transporte público. Sin embargo, durante ese año, el número de fraudes denunciados por los ciudadanos superó al robo de autopartes y se posicionó como el tercer delito más frecuente.

Este fenómeno continuó creciendo y en 2020, el fraude dejó atrás a las extorsiones para convertirse en el segundo delito más común. Finalmente, el año pasado se estableció como el crimen más frecuente en México, desplazando al históricamente común robo callejero.

El rol del comercio electrónico

El auge del comercio electrónico ha desempeñado un papel significativo en el incremento del fraude bancario. La facilidad de realizar transacciones en línea ha abierto nuevas oportunidades para los delincuentes. Además, la falta de controles de seguridad adecuados por parte de las empresas y bancos ha dejado a los usuarios vulnerables ante los fraudes, sin ofrecerles un reembolso por los fondos sustraídos de sus cuentas sin su consentimiento.

La brecha entre la denuncia y el castigo de fraudes

De los 26.8 millones de delitos ocurridos en 2022, aproximadamente 5.4 millones correspondieron a fraudes. Sin embargo, sorprendentemente, solo se denunciaron 244,395 de estos casos. La inmensa mayoría de los fraudes nunca llega a conocimiento de las autoridades. El fraude tiene la segunda tasa más alta de no denuncia, con un asombroso 96.5 por ciento de los casos sin reportar.

De los pocos fraudes que se denuncian, solo en 23,000 casos las víctimas recuperan sus bienes o reciben reparación por el daño causado. Apenas en 2,479 casos se logra llevar al delincuente ante un juez. Un ejemplo de esto fue cuando la Fiscalía del Estado de México detuvo a 64 personas en un call center en junio pasado, donde presuntamente se cometía fraude bancario y extorsión a través de llamadas telefónicas.

El futuro del fraude en México

Es posible que el fraude continúe en aumento en los próximos años, debido al auge del comercio electrónico y a la falta de recursos, personal y atribuciones en las instituciones encargadas de perseguir delitos cibernéticos. Para abordar esta problemática, se requiere una colaboración efectiva entre autoridades, bancos y empresas.

Se proponen soluciones como la implementación de tarjetas con desactivación desde el celular, sistemas de reconocimiento biométrico y, sobre todo, la obligación de las instituciones bancarias de reintegrar el dinero en caso de cargos no reconocidos, invirtiendo la carga de la prueba en favor de los usuarios.

Mientras no se tomen medidas efectivas, los fraudes seguirán siendo una amenaza constante en México. El panorama delictivo ha evolucionado, y es imperativo que la respuesta a esta transformación sea igualmente evolutiva y efectiva.